El agua descansa en los páramos, duerme en su musgo, sus líquenes, su bruma, en sus flores y sus verdes. Cuando está lista busca, gota a gota, un cauce y se precipita por las montañas, engendrando colores, sabores y sonidos. Esculpe cascadas, escudriña rincones y siembra vida. Se inventa las riberas del río, donde nacen canciones y cuentos para todas las generaciones.
El agua trabaja noche y día, mes a mes, en las tierras, en los cuerpos, en el sagrado invento de la vida. Por eso necesita un descanso, una cama, un hogar. El páramo se lo brinda, por eso es silencioso y sereno, por eso su tierra es blanda, por eso el viento le susurra un canto que se volverá vida.